lunes, 26 de abril de 2010

Poemas de Mara Gazlak


Mara Gazlak es una jòven poeta que retrata sucesos cotidianos de la vida, la ciudad se convierte en su punto de partida, en su fetiche, Lima no es el Parìs que retrataba Maupassant pero muchas veces se le parece.




El Viajero


Nido de pájaros, cabeza mía.
En la penumbra en medio de colores extraños.
Todas las formas hermosas multiplicadas
devenían con rayos violáceos.
Magras mis facciones y lilas las uñas, flores a mis pies
como buen ofrecimiento.
Una mujer en lo alto de mi corona alborotada y
un hombre en mi alma
dando muestras de dolor en el vientre al nacer.
Muy elevado seguí y continué
dos aves sucias recorrían encima de una piel
¡olor a podredumbre!
todo mi respirar invadido se acortaba.
El aliento de mi boca guardaba el tabaco y el hachis.
Mientras aquellas aves comían los restos regados
salpicaban sus tripas, su colón amarillo reventándole la hiel.
La furia de un volcán parecía estar en calma.
Yo me sentía liberado y fuerte
no sabía hasta cuando duraría la emoción
mi pecho acongojado liberaba esporas ácidas
y sonriente en el lecho
vi esas aves llevarse mi corazón.




El Puente De San Ex - Pedito De Caconia


Por el puente de San Ex – Pedito de Caconia
Mueve el vago sus piernas del norte al sur.
Ríos oscuros y aves hoscas revolotean sus cacas por las aguas
Delicadas perfumadas a lo Paris Parfum
Vagos los que van andando por ahí, otros comercian panes con queso, tortillas grasosas y maca licuada
¡Un desayuno al paso, joven le apetece!
¡Oh los ríos oscuros! Que bien ondean la bandera de
San Ex – Pedito de Caconia
Véase que rostros se compungen
Que un ave en revuelo circula y rodeando la bajada
El puente sobre el río
Termina llevando los pasos del vago al trabajo.
¿Qué será pues luego?, el vago tiene las tripas afuera
Risa y risa, sube al carro y desde su ventana
San Ex – Pedito de Caconia lo despide hasta el otro día
por la mañana
Sus negras compañías alando de su mitra
Los basurales de Lima acuosos por las aguas en la caída
Y tres mendigos sin jardines van con el vago por los cerros.
Pronto yo, mi pupitre y mis números.





Los Cantos Idiotas


Un día hasta las letras se entorpecen
El poeta germina en su pecho hiedra
Va cantando por ahí a la nada.

La planta se origina en su tallo torcida
Rebasada de clorofila en calor.
Un día nos traicionan las hormonas
Nos idiotizan, nos taradean.

Babeamos como perros
Besamos como peces
Nos torcemos como gusanos
¡Nos prodigamos! ¡Nos escaseamos!
Vamos cantando por ahí a Tanathos.

Un día nos traicionan las hormonas
Nos echamos a dormir sueños húmedos
Nos despertamos empapados
Nos vamos, nos quedamos
por el camino del peligro.

Hemos dejado una mañana el hogar
Para la noche estamos en verdes pastos.
Recostados con la hierba cubriéndonos la erección.
Nos queman los labios, suspiramos
Nuestras orejas se ponen rosadas de alegría
Nos idiotizamos, nos hacemos imbeciles.

Cambiamos, mentimos y tratamos de ser buenos
Porque uno hace lo que lo hace feliz
El cuerpo rojo en el momento
Los gemidos en proceso
Nos idiotizamos, nos volvemos imbeciles
Hasta ser otros.

Hasta el poeta se idiotiza
Sus letras se entorpecen.
Se echa al río, se echa al mar.

Un día de él no es el amor
Y tampoco el amor es de él
Nos hacemos felices
Nos hacemos perdidos
Nos hacemos cualquiera
Demasiado buenos
Demasiado malos.

Generosos, bondadosos, dadivosos
Vamos cantando por ahí a Jesús
Invocamos al espíritu santo de los cielos
Oramos con fervor a Dios.

Mezquinos, egoístas, envidiosos
Vamos cantando por ahí a Satán
Invocamos a Belcebú de los ardores
Oramos con devoción a Mefistos.

Un día nos traicionan los impulsos
Vamos cantando por ahí a la nada
El poeta germina rosas en sus manos
Va cantando por ahí a la Vida.




Crespura


Los rizos ariscos del mar
Onda con onda
Beso y mordida
Junto a las voces en conchas
Hablan a la mujer de mujeres.
Los rizos de los pelos de esa mujer
Se hundieron, el mar la vio
Ojo con ojo
Alegría y amargo.
Junto a las voces sentose un curioso
Se enredaron los pelos
Maraña con plancton
Peces y sal
Junto a la orilla hallábase un hombre
Ahorcado.
En la onda con onda
En el beso y mordida
Desde el ojo con ojo
En alegría y amargo
Por la maraña con plancton
Entre peces y sal
Rodeando su cuello
Rizos de mujer.




La Calle de los Gatos Techeros


Gatos azules y rojos, ojos brillantes caminan
Esta calle ha sido llamada años atrás su hogar
Gatos grises, simulan, ser claros bailando,
Bailando los miran, saltar entre la pista y la acera
o entre una calle, el hangar y un boulevard
En mis ojos - desvíos, perennes, perdidos sus garras
Regresa la inocencia de los primeros años de infancia
insurgiendo frenética, mi dulce infeliz,
un animal estallando en pedazos maúlla, un indecente dulce
describe el amor de un pasaje
un taxi, un boleto de ida y hasta un mañana quizás.
Un gato negro, bien negro juega a arañarme mis dos ojos de piedra
Y más abajo sonrío con su cola enredada en mis manos.
Es esta calle también mi lugar, el nuestro y la de todos los gatos
y cuando voy, vuelvo a respirar del añil y una bolita de pelos atorada
en mi traquea, regresa la tos del enfermo que se llama feliz.




Mara Gazlak (Lima, 1979)Realiza estudios de Economía en la Universidad Nacional del Callao, y de Música y Bel Canto, en el Conservatorio Nacional y en el MALI. Participó colaborando para revistas virtuales como Casa Barbieri, Danza de Letras, El Barco Ebrio, Crisol, Escrito por el Fuego y otros. Perteneció al taller de creación literaria "El Tapir" durante los años 2006-2008, colaboró conjuntamente con alumnos de la Universidad Nacional Federico Villareal en grupos literarios y de lectura. Ha colaborado como corista en eventos musicales como el Primer Festival de Reggae hecho en el Perú y en demos y discos de diversos artistas de rock locales.También ha sido letrista para bandas como Merce,el Pulpo Mágico, Sudameric Roots Reagge, entre otros.En mayo del 2008, participó en el recital de los viernes literarios en el Centro Cultural "El Averno", junto a poetas como Johnny Barbieri, Ricardo Ayllón y Mercedes Tinoco. Vocalista de la banda de rock Noise.En los próximos meses, espera concluir la publicación de Flores Carnívoras, el primero de un conjunto de cuatro libros que aún no ha publicado.

martes, 20 de abril de 2010

Parte Uno Parte Dos Aparte Sin Parte de Enrique León



La poesía es esencialmente tiempo, se edifica siempre dentro de tres estadios: pasado, presente y futuro. Es aquí donde el poeta idealiza momentos que luego transforma, como diría Gustav Jung en arquetipos o en la destrucción de su propio mundo como búsqueda de un equilibrio social y de justicia. Parte uno Parte Dos A parte Sin Parte de Enrique León (Esto no es una puta editorial – Lima, 2010) nos muestra en primer término (Parte Uno) la exploración de una intima verdad, el reclamo humano del superyó tras la autocensura impuesta por aquel Yo débil, que se ofrece siempre a la tragedia, a la desventura, donde los sucesos de la vida han sido, son, y serán siempre momentos inconclusos, realizados tan solo en la imaginación de aquel ser como un modelo jungniano de ensoñación, de auto castigo, donde la vida se transforma en una secuencia de actos fallidos, merecidos desde la visión del sujeto poético: “… quiero que me ayudes a continuar/ y sonreír / corazón/ al lado de esta cicatriz y su corazón (…) … mi voz te dibuja/ en un cúmulo de papel mojado/ y se embriaga como un animal/ de siete cabezas y se embriaga/ y se tritura en siete días/ en siete vidas/ en cuatro pedazos/ por quererme como no te quiero/”. (Parte Dos) en el ejercicio cotidiano de la vida, los seres humanos se nutren de sucesos que van delineando su forma de sentir, pensar y existir, el hombre es un gran recipiente donde se acumulan a lo largo de su paso por el mundo todo tipo de experiencias y recuerdos que van dejando una huella imborrable que edificará su tiempo como producto de sucesos ocurridos en el pasado. Es así como el poeta logra proclamar su reino en el ahora, en el desenfreno de su juventud ginsbergiana, pertenece a un presente donde los sentidos (olfato, gusto, oído, tacto, visión) rinden culto a los grandes dioses modernos, Eros y Thanatos, se abren a la vida dentro de su capullo, aún en estado larvario, sensualidad y muerte extienden sus frágiles alas como acto de autentica liberación: “te haré el amor como si fueras una sombra/ te lo hare sin amor/mientras tu lengua/ sorbe esta vida/compañero/ el silencio es una mariposa”. (A parte) echar una mirada al pasado conlleva a desenterrar episodios de dolor, en este caso, una mirada a los padres desde un pasado silencioso, fantasmal como la figura que se pasea desde la memoria por la casa, sin ser visto, puede el poeta escuchar el sollozo de la madre y conmoverse ante su resignación, ante su eterno cordón umbilical, porque la figura materna actúa como un fetiche no realizado, el Edipo que proyectamos en otras mujeres a lo largo de nuestras vidas: “mi madre madruga por las noches/ por su hijo odia la razón del paso de los días (…) hoy mi madre llora la ausencia/ De mi amor infantil/ y una vez más me roza con sus ojos tibios”. El padre en cambio será por antonomasia la figura de Layo, el rival a vencer, sin embargo, existe una extraña contradicción, un sentimiento casi psicótico con el enemigo que lo tiene todo: admiración y odio. El lenguaje del silencio puede herir mucho mejor que una lanza, no atraviesa la carne pero si destruye lazos; En las relaciones familiares existen dos tipos de verdades, las que se aceptan y las que no se perdonan jamás: “me duele este silencio compartido/ con el tuyo/ y que nació en tu camino/ pero / padre/ tu querer es mi querer/ y tu silencio el mío”. (Sin Parte) la resignación puede llegar a ser una cloaca donde se aprende a vivir en soledad, a sentirse más seguro lejos de los afectos, sin esperanza también se construyen alegrías opacas, grises como el lomo de las ratas, alimento suficiente para el que entiende que la vida no es siempre del color que uno quisiera. Quién no se ha detenido a pensar que su vida jamás alcanzó la dimensión que alguna vez soñó, quién no se ha sentido desamparado en la soledad de su cuarto, quién no ha llorado sin motivo aparente alguna noche: “estoy cansado/ mi madre no está y mi padre no ha venido/ y tengo sed de tanto mirar el barranco/ de tanto verde tanto verano/ y de/ t a n t o (…) … sin embargo esta es/ La casa del señor/ la que se traga los recuerdos de mi madre y los silencios de mi padre/ y un poco de mis palabras cuando pido perdón/ por el tiempo/y por esa felicidad/ que a veces/ escribo con f de fealdad”.
Con Parte Uno Parte Dos A Parte Sin Parte, Enrique León hace su aparición en la escena poética nacional, y con esto confirma que la joven poesía peruana aparte de mostrar voces disimiles, atraviesa por una etapa de fecunda creación.


Raúl Heraud A.
La Molina, 20 de abril de 2010