lunes, 19 de diciembre de 2011

Poesía de Fernando Chuquipiunta (Huancané, Puno)














CANTICO TERRENAL





Madre querida:
Al abrir la ventana
y al llegar el nuevo Sol
he escuchado tus palabras
parecidas al viento.

Las palomas del campo
trajeron en sus alas
las últimas canciones
que los pastores escribieron
en las abras y caminos.

Al escuchar tu voz
he vuelto a ser un niño
y me he visto entristecido
porque sé que no podré
ir a tu encuentro.

Sin embargo, reconstruyo
palabra por palabra
un mundo que cada día
cuesta mucho sobrevivir
en medio de tanta soledad.








INFANCIA

Voy a buscar al niño
que fui en estas calles
donde el viento a veces barre
las estrellas de las tardes
llenas de recuerdos.

A ese niño que veo
correr entre personas
que no conozco.
Un niño que tiene
la misma mirada que yo.
A veces juega
con los guijarros
y otros niños que llegan
al atardecer.


Corro hacia él
para abrazarlo y no sé
como es que desaparece
ante mis ojos
llenos de lluvia.

Ese niño soy yo
que todavía vive
en mi memoria.
Es él quien escribe
y me dicta estos poemas.









VERBO AÑORADO




Yo sé que más allá
en tu morada celestial.
Padre mío, ahora estás
caminando por rutas
que se diseminan
por luminosas laderas.

Salgo para encontrarte
entre bosques tropicales
y en los sueños fugaces
que hay en mí.
Más que un idilio
mi corazón te busca
donde las aves
se han diseminado
y no hay eclipse de la luna.

Padre valeroso,
envuelto en llamaradas
y el viento de la tarde.
Quisiste vivir mucho más
para ver a tu pueblo
caminando hacia el futuro.

Padre ejemplar
ahora beso tu manos,
tus encanecidos cabellos
y tu mirada que ilumina
las rutas que hay en el universo.






CATARSIS CÓSMICA



En los laberintos del tiempo
desaparecen los signos.
Se tornan más enigmáticos aún
en las praderas insondables
donde moran las magnolias
que se convierten en estelas
de invisibles astros.

Pero al fondo
en los límites del recuerdo
el fulgor del fuego
el amanecer de los días lunes
el secreto caudal de los ríos
el ulular del viento.
el vuelo de las palomas
el croar de los vertebrados.
Alguien busca todavía
los orígenes de la lluvia. P

En las infinitas noches
una persona que no conozco
camina sobre la escarcha
donde luciérnagas incandescentes
arden en labios de las flores
que permanecen incólumes
detrás de las nieblas del olvido.






Centenario del nacimiento de José María Arguedas








Entre diamantes


y pedernales


cunde la limpidez


del agua cristalina.



Sobre los ríos


profundos emergen


agonías interminables


del Rasu Niti.





¡Oh! José María Arguedas


acrisolaste con pundonor


Todas las sangres


del Universo.





Los cantos quechuas


revitalizan el sueño


del Pongo,


emanan del verbo


afligido el Orovilca.




¡Oh! Taita Arguedas,


los bramidos


de los pututos,los trinares


de las palomas


gravitan


los montes del Olimpo.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Poesía de Renato Felices (Perú)




Renato Felices (Lima, 1973) no es poeta, no cree en la poesía, no asiste a recitales, ferias del libro, ni nada que tenga que ver con aglomeraciones de gente, él no pertenece a este mundo literario, no entiende el aplauso ni añora el reconocimiento, vive recluido en algun punto de Chosica, leyendo y sobreviviendo, caminando anonimamente con un pucho en la boca, como le gusta; escribe para dejar rastros, solo para que quienes lo queremos sepamos que está vivo, si alguien lo ve por la calle avisenle que sus amigos lo buscan hace mucho.








Vegetando


Migraña, el sudor se escurre por mi cara

Ya no veo el ecrán de mis días
Mis mejores días

Solo veo reyes decapitados
Congresos infernales de cadáveres sin lengua
que no tuvieron la oportunidad de hablar

De decirle a dios lo que se merecía

En esta cama de pétalos negros
Y de laberintos seminales

Abandono mi existencia

Incubos y Súcubos celebran mi deceso

Me hacen soñar con sangre y risas
Mientras duermo

Organizan mi proceso onírico a su antojo
Discurren, deciden, toman decisiones

Tengo fracturada una extremidad inferior de mi alma

La costilla flotante de mi cuerpo sutil

miles de gendarmes hechos de polvo negro me asfixian

hacen inútil mi nariz y mis pulmones


una halo sale de mi cuerpo y avanza y avanza hacia el infinito.










Cordura




Ya no quepo en mí
Será porque ya no tiemblo al ver una rosa

Hasta la palabra más sana me rehuye

Ya no escucho mi voz
Ni al eco que la destruye

No quiero ser un cuerpo violado en medio de la ciudad
Una marioneta estupefacta y sin vida

No conozco a dios
No me han caído sus lágrimas, ni su sonrisa

Soy un desalmado sin culpa de serlo
Un transeúnte hacia el infierno
Una escalera ensangrentada
Un polígono sin forma

Ese soy yo, loco y cuerdo.





Zona de daño





me rompí la vida
caí en el esófago del miedo

me volví turbio y ajeno
recogí flores negras

descendí a la pulpa de la muerte
y cuando quise regresar
ya era demasiado tarde

Q.E.P.D mi vida













Humano - víscera, resto del día
fractura de algún error

olvido de dios
recuerdo del demonio

no resucites el extremo de tu maldad
ahoga la pena matándote

humano
ganas no te faltan de seguir haciendo daño.